Si… ya… me imagino vuestras sonrisas, pero no, no me he equivocado con las siglas, es exactamente eso,
FIB (felicidad interior bruta) término
usado ya desde 2006. «Expertos mundiales» se reúnen para debatir sobre FIB, un nuevo concepto que intenta medir la riqueza de las naciones por la felicidad de la gente, por la alegría de vivir, por las sonrisas y no por el dinero, como lo hace el «todopoderoso» Producto Interior Bruto (PIB).
¿Y si los indicadores económicos no fueran suficientes para medir el bienestar de una sociedad?
En concreto, los factores que componen la FIB son nueve: el bienestar psicológico (el optimismo y la autoestima), la salud, la cantidad de tiempo libre para el ocio, la vitalidad comunitaria, educación, cultura, medioambiente, implicación en asuntos de la vida política y nivel de vida.
EL FIB, UN BIEN BUDISTA (similar a nuestro
IDH). Nació en Bután, un estado budista situado en las faldas de la cordillera del Himalaya, donde se buscó hace 35 años abrir paso al concepto de Felicidad Interna Bruta por el entonces rey Jigme Singya Wangchuck, el 2 de junio de 1974, en su discurso de coronación, Jigme Singye Wangchuck dijo: «La felicidad interior bruta es mucho más importante que el producto interior bruto». Tenía 18 años y se convertía, tras la repentina muerte de su padre, en el monarca más joven del mundo.quien percibió que la concepción de desarrollo como la mera acumulación de bienes materiales se diferenciaba de sus valores culturales. Un país del tamaño de Suiza, con apenas 700.000 habitantes, al que el cuarto rey convirtió el año pasado en la democracia más joven del mundo, y el exótico campo de pruebas de uno de los debates más interesantes del pensamiento económico global.
En 2007 Bután fue la segunda economía que más rápido creció en el mundo.
El comité estudió «unas cien» constituciones extranjeras. Después se quedaron con una veintena. Entre ellas, una les inspiró especialmente: la española. «La leímos una y otra vez», recuerda. «Es una muy buena constitución. Es muy progresista. Y ustedes tienen, como nosotros, una monarquía constitucional. Le confesaré una cosa: la leímos un poco tarde. De haberla visto antes, quizá no habríamos estudiado tantas otras». Para nosotros no es nuevo, ya en la Constitución Española de 1812 (la llamada “La Pepa”, la de Cádiz) se dice en su artículo 13 que el objeto del Gobierno es la felicidad de la Nación, puesto que el fin de toda sociedad política no es otro que el bienestar de los individuos que la componen.
La felicidad ha sido relegada por los intereses privados. Pero no podemos ser felices como seres individuales cuando alguien sufre a nuestro alrededor. Así es el dicho de que «El dinero no hace la felicidad».
Necesitamos redefinir qué es la prosperidad. La felicidad es algo muy serio, lo que está claro es que el crecimiento económico no ha hecho a las personas más felices sino más dependientes del dinero, terminando siendo esclavas de él y sin libertad no hay felicidad.
El sentido de la economía no es la propia economía. No puede convertirse en un «algo» dominante que obstaculice los derechos, con la excusa de un mañana que nunca llega, y menos para los más damnificados. Por eso, en una comunidad solidaria y sostenible urge colocar la consecución de la FIB –Felicidad Interior Bruta- por delante del PIB –Producto Interior Bruto-, y exigiendo además que la FIB per cápita esté equitativamente repartida.
Un abrazo.