Comenzaría destacando, a modo de introducción, que SeR (Socialistas en Red) es, lisa y llanamente, una comunidad de ciudadanos,
una iniciativa que ha surgido por parte de un grupo de personas de diversas sensibilidades ideológicas dentro de las izquierdas con la finalidad de configurar un espacio de encuentro en la Red para discutir, debatir y poner en común proyectos, iniciativas y propuestas más allá de los espacios que determinan las organizaciones políticas tradicionales.
Manifiesto de apoyo de SeR al movimiento 15-M
Muchos Blogeros somos gente extraña, gente un tanto utópica. En un mundo gobernado por la fuerza y por poderes fácticos indiscutibles, creemos en el poder de la palabra, de la persuasión, creemos en que la expresión de las voluntades individuales como motor del cambio y de la reflexión social. En cierta manera, creemos en una versión moderna de aquello de la “revolución desde abajo” que creyeron muchos revolucionarios utópicos del siglo XIX y principios del XX. Pensamos en un mundo mejor generado por el poder de la razón.
Desde las manifestaciones del pasado 15 de Mayo hemos visto generarse un movimiento nuevo que ha surgido de forma espontánea. Ciudadanos indignados por la actual realidad de las cosas han salido a las calles para exigir que aquello que nos venden machaconamente como consustancial a la democracia sea real cuando no lo es, esto es: Vivienda accesible, trabajo decente, servicios públicos de calidad, políticos honrados, un mundo que sea regido por la política democrática y no por los mercados. Exigían, resumiendo, que la democracia sea real, no una cáscara de apariencias vacía de contenido.
La mayoría de miembros de la comunidad SeR nos hemos visto fascinados por la generación de este movimiento. Sus fundamentos y exigencias no son muy distintos a las que, desde sensibilidades variadas, estamos expresando en nuestros blogs desde hace más de un año. Un movimiento que nace de las redes sociales, desde abajo, de la voluntad de un grupo de ciudadanos que ha sabido como convencer a una generación entera de que les espera un futuro muy duro como se mantengan pasivos, como acepten sin rebeldía el actual estado de las cosas. El movimiento 15-M es, de hecho, una especie de “primo” de SeR, porque su origen, crecimiento y espontaneidad se basan en los mismos principios de voluntad, cooperación, horizontalidad, pacifismo y mayoría en que se basan los nuestros. Creemos, pues, que no podemos mantenernos ajenos a esta realidad.
Y a partir de ahí llegan los matices. ¿Hacia dónde va el movimiento 15-M? ¿Llegará a tener algún contenido claro y a exigir unos cambios concretos o quedará como algún folclorismo de campaña electoral? ¿Se desviará el movimiento y acabará sirviendo a intereses concretos? ¿Se radicalizará y perderá aquello que lo ha hecho atractivo para nosotros?
Muchos ciudadanos tienen reservas y dudas, y muchos de nosotros también las tenemos. Dudas sobre la composición de las personas que protestan, dudas sobre la evolución del movimiento, dudas sobre su conveniencia en este momento en concreto. Sin embargo esas dudas no nos llevan a alejarnos o a oponernos al movimiento, si no más bien al contrario, a apoyarlo y a aportarle, dentro de nuestra modestia, los puntos y las claves que creemos necesarias para que tenga éxito.
No ha habido nunca una protesta, una huelga, una manifestación o una revolución perfecta. Siempre hay indeseables que pululan por ellas, siempre hay locos, necios, gente con ganas de pescar en río revuelto, siempre hay gentuza. Pero eso no puede generar pasividad en el apoyo de algo justo, ni generar recelos que paralicen las voluntades de cambio.
Pensemos en las revoluciones árabes, ¿No había islamistas en ellas? Por supuesto que los había. Pero eso no llevó a nadie que creyese justo ese ejercicio de rebelión a alejarse de él. Las revoluciones son justas en función de sus objetivos, no en función de las compañías, porque basarse en lo último llevaría inevitablemente a la desaparición de todo movimiento de cambio.
Nos encontramos en España ante una generación entera que ve que tiene un futuro muy negro. La democracia, formal y representativa, ha degenerado en una partitocracia dual protegida y mantenida por un mecanismo de medios de comunicación afines, jueces afines, leyes electorales restrictivas, listas cerradas y creación de una sensación de inevitabilidad donde realmente no se decide más que el maquillaje del gobierno entrante pero no su fondo. Su contenido y su realidad vienen definidos por los grupos de presión que apoyan al partido de turno y por instituciones supranacionales que mandan sobre la parte central de la política, que es la política económica. Se ha tejido una telaraña alrededor de la sociedad de la que no sabemos salir, porque quizá no tenemos el canal que nos diga cómo salir, ni el tiempo necesario para pensar en cómo salir, ni un estilo de vida que nos lleve a la tranquilidad que requiere la reflexión necesaria que necesitamos para poder salir. Estamos, como sociedad, encerrados en una especie de pecera de paredes transparentes que nos da una percepción falsa de cual es la verdadera libertad de nuestros movimientos.
Se observan realidades interesantes en las reivindicaciones del movimiento 15-M. De forma central es la generación que tiene de 20 a 30 años la que ocupa el centro de las protestas. Una generación que se ve destinada a un trabajo precario, inferior a sus posibilidades, mal pagado, inseguro, o como alternativa a emigrar fuera de España. Hay quien ha dicho que estos jóvenes son unos patriotas y en cierta manera no es algo alejado de la realidad.
Pero estos jóvenes se han encontrado con el apoyo de otras generaciones y sectores sociales. Se observa claramente como hay una parte de la 3ª edad que simpatiza con estos jóvenes y no es extraño. ¿Cuántos mayores cobran pensiones miserables en España? La rebelión de estos jóvenes por su precaria situación no dista de la que podría tener parte muy importante de nuestros jubilados. Pero también hay más: Hay profesionales con trabajos precarizados indignamente en los últimos años, hay autónomos y pequeños empresarios que simpatizan con el movimiento. El otro día se oyó al dueño de un bar que acababa de abrir cerca de Sol y decía que no tenía un “puto” duro pero que le daba igual, que iba allí a colaborar con sus empleados. Este señor sabe muy bien lo que hace: En una sociedad de sueldos precarios, de desempleo, de contención salarial e inseguridad laboral, no va a tener quién se tome un café o una cerveza en su bar, con la consecuencia obvia que tiene eso.
Que nadie se equivoque, pues. Son jóvenes, sí, son estudiantes o parados, sí, pero sus reivindicaciones y el tipo de sociedad que piden es del interés de gran parte de la población, en cierta manera de todos aquellos que viven de su trabajo o aspiran a hacerlo y quieren hacerlo decentemente.
¿Es este movimiento de izquierdas? Sentimental e inconcretamente sí lo es (aunque quizá no políticamente), pero hay que ver más allá. ¿Cuántos de los que simpatizaban con las ideas liberales o conservadoras y han visto que no les han llevado más que a la precariedad económica están allí? Seguro que muchos. ¿Cuántos ex votantes del PP o de opciones conservadoras estaban allí? También muchos. No busquemos, pues, etiquetas, simplemente dejémonos llevar por nuestros instintos de justicia.
Entendamos también que este es un movimiento que está contagiando a otros países. Ya no son las colonias de españoles que desde fuera de España están apoyando este movimiento (que se han tenido que marchar para conseguir trabajos decentes, no lo olvidemos, y por lo tanto comparten esencialmente las mismas reivindicaciones que los manifestantes), si no que podemos observar como muchos otros grupos en América y en Europa quieren imitar lo que se está haciendo en España desde unos posicionamientos parecidos.
Para muchos de nosotros estos movimientos también ponen a los partidos de izquierdas delante de una realidad que implica una decisión inaplazable, que es o reconvertirse en catalizadores de las nuevas realidades y preocupaciones que manifiestan este tipo de movimientos sociales o permanecer como estructuras de poder del estado y/o mantenerse en posicionamientos anticuados y dogmáticos. Esta es una excelente oportunidad para que las reivindicaciones sociales espoleen a los partidos políticos, les hagan ponerse las pilas y entiendan, si es que no lo han entendido ya, que son herramientas para responder a las aspiraciones ciudadanas y no lo contrario, es decir, herramientas de orientación de las preocupaciones y voluntades de la ciudadanía con el fin de mantenerla dentro de los rígidos e inflexibles límites del sistema, como parecen ahora.
Por todo esto los miembros de la comunidad SeR queremos mostrar nuestro apoyo al movimiento 15-M. Es un apoyo activo, un apoyo abierto a colaborar. Les decimos a todos aquellos que están en esas manifestaciones que nuestros blogs y nuestra comunidad quiere aportar ideas y contenido a los movimientos que sigan al 22-M, queremos formar parte de esta primavera donde en nuestro país por fin alguien ha dicho basta, donde ya nada volverá a ser igual si es que realmente queremos que las cosas cambien.
Pero nuestro apoyo y nuestra voluntad de colaborar también tienen condiciones. Ni podríamos aceptar líneas de pensamiento dogmático ni que nos use ningún partido político, ni tampoco podríamos aceptar en ningún caso la violencia ni que grupúsculos destructivos se apoderen del movimiento.
En cualquier caso confiamos en el buen criterio de esta juventud que se ha cansado de falsas promesas y de esperar soluciones mesiánicas que ni llegan ni llegarán y por eso les apoyamos y extendemos nuestra mano. Si después del 22-M lo que se va a intentar es crear un país mejor, SeR y sus infinitas sensibilidades estará con ellos.
Me uno a vuestra propuesta
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